un historia de gracia
Jesús apenas acababa de crear a Adán y Eva. Se sentó atrás en la playa y miraba a ellos con amor, como un padre a un bebé recién nacido. Como “recién nacidos” ellos necesitaban educación. Él comenzó por diciéndoles de Su amor por ellos y los requisitos para la vida eterna. Si ellos obedecieron a Él permanecían conectados a él, la fuente de todo poder y vida. Si ellos lo desobedecieron, serían cortados de ese poder y morirían.
En algún tiempo más tarde Adán y Eva estaban por fuera caminando en el jardín. Empezaron a dudar de las instrucciones que Dios les habían dado. Ellos desobedecieron. Uno casi podía oír el pasmo colectivo a lo largo del universo mientras mil millones y mil millones, billones sobre billones de seres inteligentes tomaron una boqueada. Ningún planeta nunca había desobedecido a Dios. Satanás y sus seguidores fueron los únicos y fueron expulsados del cielo. Pero Dios había dicho que estos morirían si se rebelaron. ¿Qué sucedería? ¿Qué significaba “murir”? Nadie nunca había visto o experimentado la muerte. Pronto se emitió un comunicado desde el trono de Dios. El Tribunal se reunió y emitió el siguiente memorándum. Esta fue un memorándum sorprendente. El universo entero quiso saber más sobre este “Reino de Gracia” y cómo se debía llevar a cabo. ¿Cuáles fueron las condiciones de esta “Gracia”?
Los “hijos de Dios” se reunieron en una “Luna Nueva” para hablar de esta noticia admirable y maravillosa con Miguel.
Miguel se puso de pie y comenzó a hablar. “Los habitantes de la Tierra han cortado ellos mismos de la generación de fuente de vida principal. Pero para darles la oportunidad de ser reconectados, hemos implantado una fuerza generación temporal de la vida. Esto se llama ‘gracia’.” No los salva espiritualmente o mantenerlos vivos para siempre. Los salva físicamente de la paga del pecado - muerte inmediata. Esto les permitirá aprender los requisitos que cada uno de nosotros debe seguir para la vida eterna. “Aquellos que aceptan los requisitos estarán invitando a Mí adentro como su Salvador. Como su Salvador, podré darles el poder a cumplir la ley perfecta que gobierna nuestro universo. Mientras aprenden y obedecen a nuestras requisitos, serán capaces de vivir con nosotros eternamente.” (Juan 3:16, 17). “Esta aceptación de mí requierá fe. (Romanos 3:22). Y esta fe producerá obediencia a Nuestra Ley. (Romanos 1:5; Romanos 2:13). “Yo les enseñará que para ser espiritual y entrar en la vida eterna, totalmente deben obedecer los mandamientos. (Mateo 19:17).
Miguel se puso de pie y comenzó a hablar. “Los habitantes de la Tierra han cortado ellos mismos de la generación de fuente de vida principal. Pero para darles la oportunidad de ser reconectados, hemos implantado una fuerza generación temporal de la vida. Esto se llama ‘gracia’.” No los salva espiritualmente o mantenerlos vivos para siempre. Los salva físicamente de la paga del pecado - muerte inmediata. Esto les permitirá aprender los requisitos que cada uno de nosotros debe seguir para la vida eterna. “Aquellos que aceptan los requisitos estarán invitando a Mí adentro como su Salvador. Como su Salvador, podré darles el poder a cumplir la ley perfecta que gobierna nuestro universo. Mientras aprenden y obedecen a nuestras requisitos, serán capaces de vivir con nosotros eternamente.” (Juan 3:16, 17). “Esta aceptación de mí requierá fe. (Romanos 3:22). Y esta fe producerá obediencia a Nuestra Ley. (Romanos 1:5; Romanos 2:13). “Yo les enseñará que para ser espiritual y entrar en la vida eterna, totalmente deben obedecer los mandamientos. (Mateo 19:17).
“Por dejarme vivir dentro de ellos por la fe, ya no serán desobedientes ni pequen. Estarián viviendo sin continuar en el pecado porque habrá sido renacidos como mis hijos. (1 Juan 3:8, 9). Se consideran ellos mismos muertos a sus pecados y no ofrecerán los miembros de sus cuerpos al pecado como instrumentos de iniquidad, pero se ofrecerán a ellos mismos a Mí como instrumentos de justicia. (Romanos 6:13). Ya no van seguir pecando, no por la gracia que les dimos, sino por la fe que aprenderán a tener en mí.” Romanos 6:1, 2.
El templo fue silenciado. En temor reverencial jadeante la gran Asamblea de los “hijos de Dios” escuchó al Plan de salvación (el evangelio eterno) y la parte que gracia tuvo que llevar a cabo. Ahora entendían que gracia no dejara nadie en el cielo que no dejó de pecar. Entendieron que sólo lo mantenían vivos físicamente para que pudieran aprender a vivir fielmente en el poder de su Salvador para ser obedientes a los Diez Mandamientos. ¡Cielo sería al salvo! Entonces una mano se levantó lentamente. Jesús miró con amor dentro los ojos de quien iba a hacer la pregunta más importante en cualquier tiempo de ser preguntado. El “hijo” estaba de pie y le preguntó, “¿Como será esto posible ya que la ley requiere la muerte del pecador?”
Un resplandor de luz divina comenzó a irradiar de Jesús mientras hablaba. “Voy a ir y dar mi vida como un rescate para muchos. (Mateo 20:28). Seré matado y resucitado el tercer día. (Mateo 16:21). Entonces mi poder divino les dará todo lo que jámas necesitan para la vida y la piedad a través de su conocimiento de mí. A través de su conocimiento de mí serán capaces de participar en mi naturaleza divina y escapar de la corrupción en el mundo causada por malos deseos. (2 Pedro 1:3, 4). Si obedecen todo lo que les digo, nunca se caen.” (2 Pedro 1:10).
Entonces todos los “hijos de Dios” y todos los habitantes del cielo estaba parado y arrojaron sus coronas a los pies de Miguel, arqueando y diciendo: “. . .Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra....” “Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza! Al que está sentado en el trono y al Cordero sean alabanza y la honra y la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 5:9, 10, 12, 13). ¡AMÉN!
El templo fue silenciado. En temor reverencial jadeante la gran Asamblea de los “hijos de Dios” escuchó al Plan de salvación (el evangelio eterno) y la parte que gracia tuvo que llevar a cabo. Ahora entendían que gracia no dejara nadie en el cielo que no dejó de pecar. Entendieron que sólo lo mantenían vivos físicamente para que pudieran aprender a vivir fielmente en el poder de su Salvador para ser obedientes a los Diez Mandamientos. ¡Cielo sería al salvo! Entonces una mano se levantó lentamente. Jesús miró con amor dentro los ojos de quien iba a hacer la pregunta más importante en cualquier tiempo de ser preguntado. El “hijo” estaba de pie y le preguntó, “¿Como será esto posible ya que la ley requiere la muerte del pecador?”
Un resplandor de luz divina comenzó a irradiar de Jesús mientras hablaba. “Voy a ir y dar mi vida como un rescate para muchos. (Mateo 20:28). Seré matado y resucitado el tercer día. (Mateo 16:21). Entonces mi poder divino les dará todo lo que jámas necesitan para la vida y la piedad a través de su conocimiento de mí. A través de su conocimiento de mí serán capaces de participar en mi naturaleza divina y escapar de la corrupción en el mundo causada por malos deseos. (2 Pedro 1:3, 4). Si obedecen todo lo que les digo, nunca se caen.” (2 Pedro 1:10).
Entonces todos los “hijos de Dios” y todos los habitantes del cielo estaba parado y arrojaron sus coronas a los pies de Miguel, arqueando y diciendo: “. . .Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra....” “Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza! Al que está sentado en el trono y al Cordero sean alabanza y la honra y la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!” (Apocalipsis 5:9, 10, 12, 13). ¡AMÉN!
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